El perdón rompe cadenas y trae sanidad espiritual.
Por: Angie de Elington
Marcos 11:25-26
Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas. Porque si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre que está en los cielos os perdonará vuestras ofensas.
¿Cuántos de nosotros nos hemos enojado en algún momento con nuestro prójimo? Quizás todos hemos pasado por alguna situación parecida, pero en algunos casos se ha agravado tanto el problema que se ha roto una bonita relación de amistad, hermandad o laboral por una discusión o malentendido.
Como cristianos debemos recordar primeramente que fuimos perdonados por Dios de todos los delitos y pecados cometidos; así que ¿quién somos nosotros para no perdonar a aquel que en un momento nos hirió?
Cuando no perdonamos nuestro corazón no está limpio y nuestra oración no puede llegar al Padre debido aquel peso de amargura y rencor que llevamos por dentro.
Es necesario perdonar para que las cadenas sean rotas y mediante el amor de Cristo, haya sanidad en nuestra alma.
Amado lector, si te has distanciado de un ser querido, amigo o hermano en la fe, órale a Dios que sane tu corazón, que te dé el valor para restaurar nuevamente esa unidad. Ora por aquel que te hirió, no sigas cargando más con eso, entrégaselo al Señor y le verás obrar extraordinariamente haciéndote olvidar aquello que pasó.
Ante todo, tened entre vosotros ferviente amor; porque el amor cubrirá multitud de pecados(1 Pedro 4:8). Dios te bendiga.