Por Jorge Santos

Ezequiel 16:5,6

No hubo ojo que se compadeciese de ti para hacerte algo de esto, teniendo de ti misericordia; sino que fuiste arrojada sobre la faz del campo, con menosprecio de tu vida, en el día que naciste. Y yo pasé junto a ti, y te vi sucia en tus sangres, y cuando estabas en tus sangres te dije: ¡Vive! Sí, te dije, cuando estabas en tus sangres: ¡Vive!

Hemos pasado una semana en la cual conmemoramos el acto de amor más grande, ver como Dios envió a su Hijo por rescatarnos. Sin duda, se pagó un gran precio, pero lo cierto es que no merecíamos tanto. Cada uno de nosotros nos conocemos y sabemos cuántos errores existen en nosotros, pero vemos que cuando esos errores fueron grandes, más grande fue el amor de Dios por nosotros.

Muchos quizá un día nos vieron en ese estado deplorable, muchos otros nos señalaban como lo peor del mundo, pero ciertamente por más que los hombres nos menospreciaron, Dios pasó a nuestro lado aun estando sumergidos en ese lodo del pecado y nos extendió sus manos, nos abrió los brazos a través de la cruz para darnos vida y que hoy gocemos del mejor regalo que hemos recibido… la salvación de nuestras almas, ¡disfrutemos del gran regalo mi amado hermano!

¡Dios le bendiga!