UN MILAGRO EN TU CAMINO
Por. Susana Ramírez
(Lucas 17:11-14) Yendo Jesús a Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. Y al entrar en una aldea, le salieron al encuentro diez hombres leprosos, los cuales se pararon de lejos, y alzaron la voz, diciendo: Jesús, Maestro, ¡ten misericordia de nosotros! Cuando él los vio, les dijo: Id, mostraos a los sacerdotes. Y aconteció que mientras iban, fueron limpiados.
Cuando Jesús comenzó su ministerio de anunciar la palabra del reino, caminó por muchos pueblos, aldeas, montes y collados sanando y libertando a los oprimidos por el diablo, mostrándoles el camino que los acercaría a una verdadera relación espiritual con el Padre celestial. En este pasaje la palabra presenta a 10 hombres que estaban leprosos. La lepra como enfermedad en los tiempos bíblicos, era considerada una inmundicia para la persona que la padecía, tenía que estar aislado de su familia y de cualquier reunión pública, su vida social quedaba excluida totalmente, estas personas estaban confinadas al olvido; no había para ellos medicina para sanar la lepra. Cuando Jesús llegó a esa aldea mucha gente le seguía, y al reconocer a Jesús como Maestro, gritaron que tuviera misericordia de ellos.
Inmediatamente les dio la orden de presentarse ante los sacerdotes. Pero mientras los 10 leprosos caminaban, el milagro que ellos esperaban ocurrió y quedaron limpios y sanos de la lepra. ¡Qué maravilla! Es saber que, ante cualquier circunstancia de dolor, tristeza, tribulación, agonía o angustia el Señor puede aparecer en el camino, para revelar y mostrar su misericordia y mayor aún, dejar una huella imborrable de sanidad física y espiritual. El milagro se materializó cuando ellos caminaron por fe, y en obediencia mediante aquella orden de ir a presentarse ante los sacerdotes. Pero solo uno regresó agradecido para postrarse a los pies de Jesús, alabando y exaltando la gloria de Dios. Jesús, exhibió y elogió la gratitud de este hombre que además era samaritano, es decir un extranjero, los otros 9 leprosos eran judíos.
Seamos agradecidos en cada momento de nuestra vida, la palabra nos declara que fuimos perdonados y limpiados de la lepra del pecado, que nos había separado de la presencia de Dios. Hoy tenemos la gran oportunidad de postrarnos para reconocer el milagro recibido por medio de su muerte y resurrección en la cruz del calvario.
Sigue caminando porque el milagro que estás esperando ocurrirá, nuestro Padre celestial conoce cuál es nuestra mayor necesidad, y llegará en el momento preciso para cambiar la tristeza en gozo y alegría. Su poder no tiene límites todo lo que quiere lo hace; para dar testimonio de su gran poder y amor en aquellos que permanecen confiando en Él persevera, aunque el camino sea difícil y muchas veces sientas, que el cielo se cerró para ti. Hoy puedo dar testimonio que verdaderamente Dios hace milagros y maravillas.
Dios te bendiga.