Por: Angélica Aguirre

Miqueas 7:

⁷ Mas yo a Jehová miraré, esperaré al Dios de mi salvación; el Dios mío me oirá.

Cuando estudiamos el trasfondo de este versículo, nos damos cuenta que el profeta Miqueas, estaba pasando por un momento difícil. Miqueas lamenta la corrupción moral de Israel, sufría las injusticias sociales, la violencia; había desaparecido el amor familiar, pero en medio de esta situación caótica el profeta no se desesperó, puso su fe en Dios y en sus promesas.

Está declaración es una maravilla de fe y esperanza. Cuando estemos sometidos a pruebas debemos mirar continuamente a nuestro Divino Redentor, para tener fuerza y gracias para confiar en Él y ser ejemplo para los que nos rodean. Mirarlo es meditar en Él, y no afanarnos por las cosas de este mundo, como dice su Palabra: “Puestos los ojos en Jesús”. Esperar en Dios es una tarea a veces difícil, sobre todo cuando queremos una respuesta rápida. A pesar de nuestra impaciencia, debemos de aprender que el plan de Dios en nuestras vidas y en las vidas de las personas que nos rodean; requiere que esperemos un poco. Hay tantos ejemplos de gente que tuvo que esperar en Dios, pero al final, recibieron su bendición.

Esta Palabra nos alienta y nos insta, sin importar cuan incierto y abrumante sea nuestro entorno, a que miremos a nuestro Señor, esperemos en Él y sigamos orando y clamando con la certeza que, Él nos  oirá y nos enviará el oportuno socorro. Dios te bendiga