PROMESAS FIELES Y VERDADERAS.
Por: Angélica Aguirre
2 Pedro 1:
4 por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia;
De acuerdo al significado común, una Promesa es la expresión de la voluntad de hacer algo por alguien o de cumplir con un cierto sacrificio en caso de conseguir algún logro. Cuántas veces hemos prometido algo que no hemos podido cumplir, o viceversa nos han prometido algo y no se ha cumplido, muchas veces hemos prometido a alguna amiga no abandonarla jamás y por algún motivo hoy no se cuenta con esa amistad. Otras muchas veces prometemos a nuestros hijos o nuestros padres; nos prometieron algún premio por obtener una buena calificación y el premio nunca llegó. Cuántos matrimonios conocimos que se prometieron una vida juntos y luego vino el divorcio, y así podemos enumerar muchas situaciones de la vida secular. Incluso en Las Escrituras, podemos encontrar numerosas ocasiones en que el pueblo de Israel prometió serle fiel a Dios y fallaron, Pedro prometió no negar al Señor jamás y en el momento más crítico también falló. Todos en algún momento hemos roto alguna promesa. Pero nuestro Dios nos ha dejado en su Palabra cientos de promesas, de las cuales muchas han sido cumplidas; y sin lugar a dudas, las que no están cumplidas, se cumplirán.
Y aquí en este texto nos dice que nos ha dado promesas preciosas y grandísimas, que no solamente nos recuerdan su interés en nosotros, sino también nos dan esperanza y aliento en los momentos difíciles. Por medio de esas promesas somos participes de su naturaleza divina, es decir, que a través de conocerlo tenemos los frutos del Espíritu, y podemos vivir de acuerdo con lo que nos pide Él, ya que en nuestra naturaleza humana, no tenemos estás características; pues han sido afectadas por el pecado en algún punto y no es hasta que somos nacidos de nuevo, que somos partícipes de todas sus promesas.
He aquí la importancia de poner nuestra Fe en Cristo, como nuestro Salvador personal y vivir de acuerdo con su Palabra, obedecerla, estudiarla; conocerla para poder apropiarnos de ellas en cada momento que lo necesitemos. Debemos aprender a esperar en Él y dejar que obre conforme a su Plan perfecto. ¿Qué te ha prometido el Señor, que aún no se ha cumplido? Recordemos lo que nos dice Números 23:19 “Dios no es hombre, para que mienta, Ni hijo de hombre para que se arrepienta. Él dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará?” Dios te bendiga.